domingo, 4 de marzo de 2012

Suena dulce introducción al Caos. Las luces están apagadas y he decidido escribir. No voy a pensar mucho. Mis dedos se deslizan por las teclas. Caen como gotas sobre un charco. Como reproches y reprimendas sobre una cabeza saturada. Como hojas en un suelo que no admite ni una más.


No sé que decir. Sé todo. No sé nada. Sé algunas cosas. Otras ya las sabré. Sócrates era idiota. Sabía su nombre. O al menos el concepto de nombre. O al menos pronunciar unas palabras. Esas palabras. Para decir que no sabía nada. Era idiota. Kafka me agobia. Y todos me agobian. Y tú me agobias. Igual no te conozco. Pero me agobias. Me agobia como escribo. Todas estas palabras. Todas ellas. Encerradas entre puntos. Cada poco hay un punto. Lo sé.


He terminado. Sigue sonando. Sí. Dulce introducción al Caos. El Caos va con mayúscula. El Caos es dulce.

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